Tendría que empezar revelándoles mi nombre. Por ahora pueden llamarme Román. “El hombre que engañó a la muerte”, como han dicho algunos diarios. Sin embrago, cuando nací me pusieron Albert. También he sido Omar, Leonardo, Justo. En fin: en cierto sentido, fui muchas personas a lo largo de mi vida ¿raro? Tal vez. Pero dejen que les cuente qué fue lo que pasó. Tengo la necesidad espiritual de hacerlo.

Durante mucho tiempo evité estos recuerdos que ahora me animo a recuperar. Se me presentan como flashes, piezas que al principio me cuesta ubicar y que poco a poco se van acomodando para completar mi historia. Algunas cosas tengo claras, desde luego. Nací el 1 de enero de 1935 en Estambul, Turquía. Casi inmediatamente me trasladé con mis padres a Bijeljina, en el centro de la ex Yugoslavia (hoy Bosnia-Herzegovina). Éramos judíos sefardíes, como otras cientos cincuenta familias que habitaban la zona.

En 1941 el ejército nazi llegó a mi barrio. Ayudados por la Ustacha, una organización croata que reproducía las peores prácticas del fascismo, los alemanes demolieron mi infancia y lo que hasta ese momento había sido mi patria. Yugoslavia fue sojuzgada en cuestión de días, y debí escapar sin equipaje ¡y con sólo siete años!- por los cruentos caminos de la Segunda Guerra Mundial.

Este libro es el relato de la travesía que me trajo hasta aquí.